¿te cuento mi historia?
Déjame que te cuente mi historia. Me llamo Alan Perales, y esta es la historia de como aprendí a hablar el idioma de los perros.
De Donostia a México, un salto al vacío que cambió mi vida.
Hace más de una década, me vine a vivir México. Dejé mi Donosti natal y crucé el charco. Lo cierto es que vine buscando aventuras, y tal vez abrirme camino en la pujante industria hostelera de Playa del Carmen. Por aquel entonces ya me gustaba tratar con perros. Siempre me ha gustado, pero todavía no hablaba perro.

¿Y sabes qué? Al llegar, me encontré un mundo que no me esperaba. Más allá de los resorts y complejos vacacionales de lujo, se escondía una realidad que no suele salir en las postales: Calles llenas de perros abandonados, maltratados, como desechos de la sociedad. Almas rotas que pedían a gritos una segunda oportunidad.
No iba a quedarme de brazos cruzados. No podía permitirlo. Me enrolé en la ONG dedicada al rescate y rehabilitación de perros SOS El Arca. ¿Sólo Una ONG? No, un auténtico frente de batalla por la dignidad animal. Días sin fin, noches en vela, sin un peso en el bolsillo.
Trabajaba gratis de sol a sol en un refugio para animales abandonados y maltratados. Acogíamos a 200 perros inocentes que merecían un segunda oportunidad. Y ¿sabes lo que te digo? Cada perro que salvábamos, cada mirada agradecida, valía más que todo el dinero del mundo. Tal vez te suene a frase hecha, a topicazo para quedar bien, pero es la verdad.

Allí conocí a Bo. Bo No era un perro cualquiera. Era un guerrero, marcado por la violencia. Lo habían estado usando como sparring durante años en las peleas para perros, y había quedado ciego de un ojo, sordo, y con los colmillos limados por la brutalidad humana.
Había sido salvajemente maltratado en peleas que no podía ganar, pero tenía un corazón que no conocía la derrota. Lo vi y supe que era él. Lo adopté, y se convirtió en mi compañero, en mi lección de vida. Hasta que se fue.
Mursi llegó después, una fiel compañera que ya no está. Su partida también dejó un hueco en mi corazón. También adopté a Tulum, una chihuahua que comandaba como un general, y hoy me ayuda a «regentar» mi hotel junto con Güero, un Pastor Vasco adoptado ya de vuelta en Donosti.
En este torbellino, tuve el honor de colaborar con César Millán. ¿El Encantador de Perros? No, más bien un mago, un mentor. Con él aprendí que educar perros era realmente enseñar a los humanos.
En mi travesía, seguí formándome. Estudié con las mejores mentes en etología y bienestar animal. Aprendí de Susan Friedman y Claudia Edwards, eminencias en este campo. Me especialicé en el comportamiento canino, convirtiendo cada ladrido, cada gesto, en una fuente de conocimiento.
Tras años de aprendizaje y crecimiento di un salto más grande, uno que cruzó fronteras. Me uní a la ONG internacional IFAW, donde mi compromiso y amor por los animales se expandió a nivel global. Aquellos tres meses fueron un torbellino de experiencias, donde cada día era un nuevo reto, una nueva historia por contar.
Pero la vida da giros inesperados, y el siguiente capítulo me llevó a una clínica de esterilización. Aquí, entre jeringas y mesas de operaciones, me convertí en auxiliar veterinario. Mis días estaban llenos de retos, tratando a más de 30 animales diarios entre perros y gatos.
Después de años, de rescates, de ladridos y mordiscos, años aprendiendo a comunicarme con perros traumatizados que ya no confiaban en los humanos, había aprendido a hablar perro.
Era hora de volver a Donostia. Aquí tuve una visión: abrir Peek, un hotel canino. No cualquier hotel, un hogar. Un lugar donde cada perro tiene una historia, donde cada ladrido cuenta.
Peek, es mi tributo a cada batalla ganada, en aquella época, y las que no pude ganar. A cada perro salvado, y a los que no tuvieron tanta suerte. Peek significa ‘perro’ en maya, la antigua civilización que pobló México. Es más que un hotel canino, es un espacio donde cubrimos todas sus necesidades para que sean felices: Un hogar confortable, ejercicio, alimentación, higiene y educación. Es mi corazón abierto, mi historia contada a través de ladridos y miradas leales.
Bienvenidos a Peek. Un lugar donde los perros no son solo huéspedes, son compañeros de vida, porque en Peek hablamos perro.
EL equipo peek

Alan Perales
EducadorSi has llegado hasta aquí, ya sabes todo sobre mi. Dirijo y regento Peek junto con mis inseparables compañeros/as.

Tulum
AyudanteUna chihuahua con espíritu de alfa. La jefa del equipo 😉 Una verdadera líder y un ejemplo para los demás perros de comportamiento y formalidad.

Güero
AyudanteGüero es un ejemplo de sociabilidad. Tiene el don de llevarse bien con todos los perros. ¿Tu perro se asusta cuando no conoce a nadie? Tranquila, Güero se hará su amigo.